jueves, 9 de junio de 2011

Poco a poco mis sentidos se adormecieron
y dejé de percibir la ambigüedad de tus palabras
si no hay verdad en una mentira piadosa
tampoco lo hay en una verdad forzada
Y así fu condenandome a mi destierro voluntario
¿Amarga ambrosí que quise y odié tanto!
No hay dolor que hiera tanto
como el de un corazon confundido
¡Macabro palpitar quebrantado
por una anhelo prohibido!
Y me debato entre el querer y el deber
sin saber a qué temerle
¿si a tus promesas vacías
o a en la soledad para siempre perderme?
Y fui perdiendome en tu caprichoso juego de dos caras
¡tan sutil y disimulado!
¡Jugándote mi vida sin importarte
lo mucho que pude haberte amado!